Se está viviendo un verdadero “ánimo forense” que trata de explicar las causas de la crisis mundial que se inició en el mercado inmobiliario en Estados Unidos y que a estas alturas prácticamente no ha dejado país inmune. Así como el éxito de series como C.S.I. o Bones disparó en ese país el interés por carreras relacionadas con ese campo (y generó bochornosos episodios en algunas universidades chilenas), en el mundo del management muchos han comenzado a analizar la escena del crimen, buscado evidencia y empezado a identificar responsables.
Fallas de mercado, ausencia de regulaciones, codicia pura y dura, han sido señaladas como las principales sospechosas. Desde la esfera de la gestión de personas, vale la pena mencionar el planteamiento del profesor de IESE Pascual Berrone, que señala en su artículo Current global financial crisis: An incentive problem que parte de la crisis se origina en los sistemas de incentivos que utilizaban muchas de las empresas que protagonizaron las primeras etapas de la crisis financiera. En su análisis, llega a conclusiones similares a las planteadas a principios de esta década luego de las quiebras derivadas de fraudes contables como los de Enron.
Berrone, concordando con lo señalado en las investigaciones que siguieron a las caídas de tales empresas, señala que prácticas de gobierno corporativo como los stock options estimulan un excesiva toma de riesgos y, en caso que colapse la empresa, no implican castigo para los ejecutivos ni daño para su riqueza. Varios ejemplos en los que, en el contexto de la actual crisis, se ha visto enriquecimiento de gerentes junto con destrucción de valor son detallados en la columna que Guillermo Edelberg, profesor emérito de INCAE, escribió para la revista América Economía a mediados de diciembre y que también está disponible o en el sitio de su facultad.
Berrone añade a su crítica de los stock options el cuestionamiento a los “paracaídas dorados” y otras formas de paquetes de beneficios comúnmente pagados en caso de salida del ejecutivo, en tanto recompensan fallas y no generan el incentivo suficiente como para desempeñarse adecuadamente. A eso habría que agregar la extraña lógica implícita en que los ejecutivos tengan beneficios (como indemnizaciones a todo evento) que son vistos como nocivos o contraproducentes cuando se piensan para la generalidad de los trabajadores. ¿Doble estándar? ¿Corporativismo?.
Podría señalarse, en beneficio de estos mecanismos como los stock options o las indemnizaciones ejecutivas, que las fallas detectadas son producto de un mal diseño que no incluye suficientes variables en el cálculo. De ser así, no debiéramos cuestionar la técnica en su esencia sino que bogar por un uso más cuidadoso. Sin embargo existe un cierto consenso en que la crisis, a lo menos en parte, no radica sólo en fallas estructurales de la economía, sino que también en problemas de gobierno corporativo y liderazgo. Esa es la idea a la base, por ejemplo, del profesor de management de Wharton Michael Useem, que en el newsletter de su escuela plantea propuestas de reforma al gobierno corporativo de las empresas. Es probable que en los próximos meses, cuando se pueda analizar con más detenimiento esta crisis, podamos sacar mejores conclusiones y aplicarlas a nuestro conocimiento sobre la efectividad de las prácticas de gestión de personas.
Berrone, P. (2008) Current global financial crisis: An incentive problem. IESE Occasional Paper N°158 Octubre 2008. IESE Business School. Universidad de Navarra. Recuperado desde http://www.iese.edu/research/pdfs/OP-0158-E.pdf el 25 de Diciembre de 2008.
CEOs and Market Woes: Is Poor Corporate Governance to Blame?.
Publicado el 10 de Diciembre de 2008 en http://knowledge.wharton.upenn.edu/article.cfm?articleid=2114. Recuperado el 25 de Diciembre de 2008.
Edelberg, G. (2008) La remuneración de los ejecutivos. América Economía (versión electrónica). Publicado el 17 de Diciembre de 2008 en http://beta.americaeconomia.com/Note.aspx?Note=193208. Recuperado el 22 de Diciembre de 2008.