La encuesta CEP, en palabras de algunos, se transformado en una especie de
oráculo de Delfos para los políticos chilenos. Su prestigio, basada en la calidad de su diseño metodológico y en su aplicación consistente a lo largo de los años, le da un sello de credibilidad a sus resultados que es reconocido por todo el espectro político. Sus informes (desde 2003, dos al año) son esperados por moros y cristianos, con ansiedad y expectación. Más allá de las tendencias de corto plazo reflejadas en el
último informe, contar con una herramienta que ha sido aplicada de la misma forma durante largos años puede decir bastante de los chilenos no sólo como ciudadanos sino que puede dar pistas sobre otras áreas de su vida.
Una de las preguntas que se hacen regularmente, a lo menos desde el año 91, es cómo califican las personas la situación económica del país. Haciendo un seguimiento de los últimos 18 años, llama la atención que durante 14 años la proporción de personas que percibe que la situación es mala o muy mala es superior a quienes perciben que la situación es buena o muy buena. La evolución completa se puede ver en el siguiente gráfico (las barras naranja indican más o menos los períodos presidenciales de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet).
El porcentaje promedio durante todo el período de quienes perciben la situación del país como mala es de un 35,6%, comparada con un 16,3% de quienes la perciben como buena. O sea, un poco más del doble. Lo que llama particularmente la atención de todo esto son los resultados de los primeros años de la serie, que corresponden en parte a lo que ahora se conoce como la “década dorada” de la economía chilena. Según
Gallego y Loayza (2002) con la desaceleración que vivió el país durante el año 1998 terminan 13 años de crecimiento alto y sostenido que pocas veces se han dado en la historia de Chile. En esta época dorada, aumentó la escolaridad, mejoraron las libertades civiles, creció el acceso al crédito y la disponibilidad de bienes y servicios.
Si consideramos la percepción de los chilenos de la economía en los años que van desde 1991 a 1997, llama la atención que, si bien durante varias mediciones el porcentaje de personas que perciben una buena situación es mayor que quienes tienen una percepción negativa, está lejos de ser una tendencia fuerte. De hecho, el promedio de quienes perciben la situación del país como buena sube sólo 4,3 puntos comparado con el promedio general de la serie completa. Es decir, en lo que ahora es reconocido como uno de los mejores momentos del país el porcentaje de personas con percepción positiva sobre el funcionamiento económico es apenas superior al momento actual. ¿Espíritu autoflagelante y depresivo del chileno? ¿Problemas de distribución de la riqueza generada en el período?. Las hipótesis pueden ser varias, sin embargo resulta interesante pensar en las repercusiones de esta percepción en el mundo del trabajo. ¿Impactará esta percepción de un entorno difícil en las expectativas que tenemos en relación a nuestro empleo, pensando que si creemos que el mercado está difícil, más vale la pena no arriesgar un cambio? ¿Nos llevará a que prefiramos cuidar la pega antes que reclamar o intentar modificar la situación laboral?. Quizás mirando los registros de huelgas y reclamos laborales podrían encontrarse algunas pistas.
Centro de Estudios Públicos (2009) Estudio Nacional de Opinión Pública N°59. Mayo-Junio 2009.. Recuperado desde
http://www.cepchile.cl/ el 19 de Junio de 2009.
Gallego, F. y Loayza, N. (2002) La época dorada del crecimiento en Chile: explicaciones y proyecciones. Economía Chilena Vol. 5(1). Banco Central de Chile. ISSN: 0717-3830. Recuperado desde
http://www.bcentral.cl/estudios/revista-economia/2002/abril2002/recvol5n1abr200237_67.pdfeconomia/2002/abril2002/recvol5n1abr200237_67.pdf el 19 de Junio de 2009.