domingo, 14 de junio de 2009

Estado de ánimo y su impacto en la cultura

Un estudio publicado recientemente en Psychological Science, relata una serie de experimentos realizados por un equipo de profesores de tres países en relación al cumplimiento de normas culturales por parte de estudiantes de diversos orígenes. Durante los estudios, se generaron situaciones en las que los participantes elevaron o empeoraron su estado de ánimo, luego de lo cual los investigadores les plantearon una serie de opciones, algunas concordantes con su raíz cultural, otras no.

Los resultados indicaron que las personas están más dispuestas a comportarse de modo alejado a sus patrones culturales si experimentan estados de ánimo positivos. En otras palabras, sentirse bien alienta a que las personas exploren valores que son inconsistentes con sus normas culturales. Los sentimientos positivos, señala el artículo, podrían enviar una señal que es seguro ampliar la visión del mundo y explorar nuevas nociones sobre quien soy.

Es tentador extrapolar estos resultados al mundo organizacional. ¿Cabría esperar algo similar con los comportamientos de las personas en relación a los patrones culturales de una firma?. ¿Podríamos esperar que las personas que experimentan estados de ánimo estén más dispuestas a probar comportamientos que se apartan de los hábitos y normas de su cultura organizacional?. Si esto fuera así, podríamos derivar fácilmente que, en proyectos de cambio cultural, sería importante evitar situaciones que generen emociones negativas, stress, preocupación o ansiedad. En teoría, todo bien. Sin embargo es poco probable que un gran porcentaje del total de organizaciones embarcadas en un cambio mayor (como parte de un plan o como respuesta a su entorno competitivo) esté dispuesta a asumir un compromiso como ese.

Asumiendo que en situaciones de cambio organizacional mayor y acelerado es poco probable que se generen ambientes emocionales que fomentan comportamientos de exploración o de ensayo que son necesarios para una modificación conductual voluntaria, parece más realista asumir que será necesario utilizar otros mecanismos para afectar el comportamiento de los individuos y no confiar en que sólo con indicar los comportamientos esperados, las personas espontáneamente van a avanzar en esa dirección.

Kotter plantea que un cambio organizacional mayor implica 8 elementos;
  • Establecer sentido de urgencia
  • Crear una coalición que guíe el proceso
  • Desarrollar una visión y una estrategia
  • Comunicar la visión de cambio
  • Empoderar una base amplia para que tome acción
  • Generar victorias de corto plazo
  • Consolidar los logros y producir más cambios
  • Anclar los nuevos enfoques en la cultura

Los estudios de Ashton-James, Maddux, Galinsky y Chartrand parecen reforzar esta mirada.


Ashton-James, Maddux, Galinsky y Chartrand (2009) Who I Am Depends on How I Feel: The Role of Affect in the Expression of Culture. Psychological Science 20 (3): 340-346. DOI: 10.1111/j.1467-9280.2009.02299.x. Recuperado el 2 de Junio de 2009 desde http://faculty.insead.edu/maddux/personal/documents/PsychScienceCultureandAffect.pdf

Kotter, J. (1995). Leading change: Why transformation efforts fail. Harvard Business Review, 73(4), 59-67.