Desde principios de los 2000 que en Chile (entre muchos países) se ha ido instalando la convicción de que existirían generaciones laborales diferentes entre sí. La idea original proviene de los estadounidenses Neil Howe y William Strauss, que en 1991 plantearon en su libro Generations: The history of America’s future la idea de “generación” como un grupo de personas de una edad similar que han experimentado los mismos eventos históricos en el mismo período de tiempo, lo que los impulsaría a compartir visiones de mundo, expectativas, valores, influyendo incluso en métodos de comunicarse e interactuar. En una recopilación impresionante, presentaron la historia de Estados Unidos como una sucesión cíclica de generaciones usando una narrativa tremendamente evocadora y terminología tan atractiva como pegajosa.
El libro de Howe y Strauss, a pesar de malmirado en círculos académicos y ser catalogado como pseudocientífico o sociología pop, ha tenido un éxito resonante en la imaginería de la gestión de personas en todo el mundo. Y no sólo en cuanto a que existirían generaciones laborales diferenciadas entre sí, sino que en asumir (en ocasiones sin mucho espíritu crítico) que las mismas descritas para EEUU serían válidas o equivalentes para países como Japón, China o Colombia, a pesar de tener trayectorias históricas diferentes. En otras palabras, se plantea que las mismas generaciones abarcarían el mismo período y tendrían las mismas características en entornos históricos distintos al original.
Chile se ha sumado a esta tendencia, planteándose la importancia o utilidad de incorporar el análisis generacional de la fuerza de trabajo en base, claro, a la diferenciación establecida para Estados Unidos. El investigador Nicolás Didier, que hoy prepara su PhD precisamente en ese país, puso a prueba en 2017 si esa afirmación tenía algún sustento de evidencia. Utilizando respuestas de 2000 personas a una serie de instrumentos sobre valores laborales y rasgos de personalidad, entre otros, encontró que el único evento histórico que explicaba diferencias generacionales era el fin del gobierno militar. Los llamó “hijos de la democracia”, que se convirtieron en el primer grupo generacional chileno con evidencia peer reviewed. La solidez del análisis no ha tenido un paralelo en la popularidad de sus planteamientos, lamentablemente.
Hoy estamos en presencia, probablemente, de uno de los hechos históricos a nivel mundial más importantes que nos toque presenciar en nuestras vidas. Sin duda que dejará huellas en muchos aspectos; juega a favor de esto su alcance, sorpresa e impacto directo en tantas áreas de la sociedad. Queda por ver si la pandemia ya está moldeando las mentes de quienes forman o formarán parte de la fuerza laboral del país (en estricto rigor para llamarlos hijos de la pandemia debiéramos dejar pasar a lo menos nueve meses) pero tiene un nombre increíblemente pegador lo que, en base a la experiencia previa, puede hacer una diferencia.