domingo, 14 de diciembre de 2008

Trabajos de calidad

Cerca de una quinta parte de los empleos en Estados Unidos (un 18,4% para ser exactos) tienen “sueldos de pobreza” o inferiores (Osterman, 2008). La existencia de trabajo irregular, es decir aquél en el que se vulnera la legislación laboral, es frecuente en ciudades como New York, y se sostiene como práctica habitual de parte de algunos empleadores inescrupulosos (Bernhardt, McGrath y De Filippis, 2008).

En momentos en los que no está claro el impacto definitivo que tendrá la crisis mundial en el desempleo del país, vale la pena recordar que la ausencia de cesantía es un indicador necesario, pero no suficiente como para considerar que el mercado del trabajo esté funcionando adecuadamente. El riesgo de accidentes u otras amenazas a la salud, la baja remuneración, la intensidad de la labor, el impacto de ésta en otros ámbitos de la vida o la transitoriedad del empleo son algunos de los elementos que afectan a los trabajadores y pueden determinar que su experiencia laboral implique vulnerar su libertad, su dignidad u otros derechos fundamentales. Por cierto todavía tener un empleo es mejor que no tenerlo, y resulta sorprendente lo que en ocasiones las personas estarían dispuestas a transar por conseguir una oportunidad laboral. Sin embargo, ha habido un avance en determinar que es necesario establecer condiciones básicas que deben ser cumplidas y que son anteriores a los acuerdos de empleados y trabajador.

[Foto: Saiful Huq Omi]
Dentro de los últimos 10 años la preocupación por la calidad del trabajo ha ganado espacio en la agenda de investigación y en la definición de políticas públicas relacionadas con el empleo. La Organización Internacional del Trabajo, con su definición de “trabajo decente” (1999), ha intentado generar un modelo que permita señalar condiciones mínimas aceptables, identificar situaciones problemáticas y conducir un proceso de mejoramiento a nivel mundial.

La Unión Europea, dentro de su impresionante proceso de integración política y económica, ha dado algunos pasos en ese sentido; uno de los cuales consiste en el establecimiento, el año 2001, de serie de indicadores sobre la calidad del trabajo. Conocidos como los indicadores de Laeken, por la ciudad en que se realizó la cumbre en que fueron aprobados, abarcan 10 dimensiones, cada una de las cuales está asociada a mediciones cuantitativas;
· Calidad intrínseca del empleo
· Calificaciones, formación continua y desarrollo de la trayectoria profesional
· Igualdad entre hombre y mujeres
· Salud y seguridad en el trabajo
· Flexibilidad y seguridad del trabajo
· Inclusión y acceso al mercado laboral
· Organización del trabajo y conciliación entre la vida profesional y la vida privada
· Diálogo social y participación de los trabajadores
· Diversidad y no discriminación
· Rendimiento y productividad económicos

Este proceso se ha visto complementado, en el año 2003, con la definición de metas de calidad del empleo para todos los países de la UE, en el marco de la llamada Estrategia Europea de Empleo. Sobre la base de estos indicadores, complementados con otros, recientemente se ha comenzado a presentar evidencia comparada sobre la calidad del trabajo (Davoine, Erhel y Guergoat-Lariviére, 2008). En ella, se manifiesta la heterogeneidad de las situaciones nacionales que aún persisten al interior de la UE, que se refleja en 5 modelos de calidad del trabajo vigentes en Europa, que se diferencian entre otras cosas, por la participación en actividades de formación, satisfacción con el empleo, abandono escolar y niveles de productividad.

En tiempos de ajuste económico, las prioridades en el mundo del trabajo y de las organizaciones suelen concentrarse en algunos indicadores claves como el crecimiento del país, la inflación, el precio de algunas materias primas claves y, en menor medida, el desempleo. Así como la salud de una persona no se define por la ausencia de dolencias o enfermedad, la preocupación por la cesantía no basta para afirmar que el mercado laboral está funcionando de manera adecuada. Hasta ahora, el concepto de calidad del trabajo ha sido aplicado preferentemente para describir realidades nacionales (Ghai, 2003) y, recientemente, para intentar construir rankings o comparaciones. Una mirada que podría complementar a lo anterior y que aún no ha sido abordada es analizar empresas singulares o industrias de un país, de modo de evaluar la calidad de empleo que proporciona una organización o sector económico. De este modo se podría canalizar acciones tanto en el ámbito de las políticas públicas como de la gestión de recursos humanos al interior de las compañías.

Bernhardt A., McGrath S. y De Filippis J. (2008) Protección laboral en los Estados Unidos. Trabajo irregular en Nueva York. Revista Internacional del Trabajo 127 (2-3): 149-181. ISSN 0378-5548.

Davoine L., Erhel C., Guergoat-Lariviére, M. (2008). Calidad del empleo según los indicadores europeos y otros. Revista Internacional del Trabajo 127 (2-3): 183-222. ISSN 0378-5548.

Ghai D. (2003). Decent work: Concept and indicators. International Labour Review 142 (2): 113-146 . Bajado de internet el 8 de Diciembre de 2008 desde http://www.ilo.org/public/english/revue/download/pdf/ghai.pdf

OIT (1999). Trabajo decente, Memoria del Director General a la 87ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo (Ginebra, OIT). ISBN 92-2-318931-4

Osterman P. (2008). Cómo se mejora el trabajo de baja retribución en los Estados Unidos. Revista Internacional del Trabajo 127 (2-3): 127-148. ISSN 0378-5548.