En un artículo del New York Times con el que me topé el otro día se mencionan los estudios del psicólogo Jon Haidt que ha investigado cómo los juicios morales van cambiando a lo largo del tiempo en una cultura y cómo difieren entre colectivos humanos. Luego de varios años de estudio, llegó a la conclusión de que existirían intuiciones morales universales, presentes en todas las culturas y que serían parte de nuestra naturaleza como especie. En el sitio Moral Foundations se explican esos cinco principios de esta especie de “ética intuitiva” que nos pertenecería en tanto somos seres humanos;
- Daño / Cuidado: relacionado con nuestra larga evolución como mamíferos y nuestra capacidad de sentir el dolor de otros y de que no nos guste. Subyace a las virtudes de amabilidad,
- Justicia / Reciprocidad: Relacionado con un sentido de altruismo recíproco. Igualdad, derechos y autonomía se derivarían de esto
- Lealtad y Sentido de grupo: Relacionado con nuestra larga historia como criaturas tribales capaces de formar coaliciones que cambian en el tiempo. Subyace las virtudes de patriotismo y auto sacrificio por el grupo
- Autoridad / Respeto: Definida por la larga historia de los primates con grupos sociales cuyas relaciones están basadas en la jerarquía. Subyace a las ideas de liderazgo y subordinación, lo que incluye deferencia por la autoridad y respeto por las tradiciones
- Pureza / Santidad: Determinada por el rechazo a lo repugnante y a la contaminación. Estas nociones subyacen las ideas religiosas de seguir un camino elevado, menos carnal y más noble. También subyace la idea de que el cuerpo es un templo del cual todas las actividades inmorales y contaminantes no deben ser permitidas.
Estas intuiciones morales serían universales, es decir estarían presentes en todas las culturas, y básicas, o sea estarían a la base de todas nuestras opciones éticas. De esta forma, serían parte de una especie de “intuición moral”, una primera sensación acerca de lo que es correcto y de lo que no.
Al revisarlas, queda claro porqué a las personas les resulta tan difícil comportarse en contra de los intereses de las organizaciones de las que forman parte, aun cuando éstas demanden comportamientos ilegítimos, indebidos o ilegales. Participar de una organización puede exponer a nuestra “intuición moral” a una prueba exigente para definir qué es lo correcto; ¿debo actuar siguiendo a las autoridades más cercanas a mí (mi jefe, el dueño de la empresa) o a otras más lejanas e impersonales, como las de mi país o de mi religión? ¿debo ser fiel a mi organización y hacer lo que ella demanda en vez de pensar en si ello es lo más justo para otros fuera de mi “tribu” y el resto de la sociedad?. Muchas de las acciones corruptas producen daños que no son fácilmente visibles y que, incluso, se podría decir que no tienen rostro; los fraudes contables o la evasión de impuestos podría incluirse en esta categoría. Explorar estas disyuntivas podría dar luces para seguir entendiendo la psicología de la corrupción, comprender los mecanismos cognitivos que están detrás del comportamiento poco ético y sus bases organizacionales, para comprenderlo y, finalmente, prevenirlo.
Pinker, S. (2008) The Moral Instinct. The New York Times (Enero 13). Recuperado desde el sitio web el 24 de Mayo de 2010.